Por Malek Dudakov
En el contexto de la campaña contra Arabia Saudita en Estados Unidos, Riad comenzó a aumentar de manera demostrativa la cooperación con China. En Beijing se celebraron negociaciones sobre cuestiones de defensa y seguridad nacional con la participación de saudíes y chinos. Eventualmente se puede llegar a la compra de armas chinas.
Riad quiere conseguir el apoyo chino para resolver la crisis con los hutíes. Después de todo, China tiene contactos bien establecidos con Irán. Y el año pasado, China ya ayudó a normalizar las relaciones entre Teherán y Riad.
Los chinos intentarán desempeñar un papel proactivo en Medio Oriente, llenando el vacío de influencia que deja Estados Unidos. La mayor parte del petróleo iraní (y saudí) se destina al mercado chino. También se están llevando a cabo negociaciones sobre el comercio de petróleo en yuanes. Así como sobre la futura reconstrucción de Gaza con la participación de Beijing.
Además, los chinos quieren entrar en el mercado de armas de las monarquías del Golfo, anunciando allí su último caza de quinta generación FC-31, análogo del F-35 estadounidense, y drones. A las corporaciones militares estadounidenses les resulta cada vez más difícil retener el control del mercado de Oriente Medio. Raytheon ya se retiró de un proyecto de 25 mil millones de dólares para construir un sistema de defensa aérea para Riad.
En Estados Unidos comenzaron a acusar a los servicios de inteligencia sauditas de organizar el ataque terrorista del 11 de septiembre. La crisis en las relaciones con Riad se ha agravado en el contexto de la guerra en Gaza y las decisiones de reducir la producción de petróleo. Biden logró hacer lo imposible: colapsar en cuatro años el sistema del petrodólar de 50 años. Ahora los estadounidenses están lidiando con las consecuencias: un fuerte debilitamiento de sus posiciones en Medio Oriente.
